Una de las enfermedades infecciosas de mayor gravedad durante el siglo XIX fue el cólera. Produjo cuatro grandes pandemias que llegaron a Valencia en forma de cinco epidemias. Durante la ocurrida en 1885, que produjo casi cinco mil muertes, el microbiólogo catalán Jaume Ferran utilizó en Valencia por vez primera en el mundo una vacuna frente a la enfermedad, que a su vez fue la primera vacuna antibacteriana aplicada al hombre. La Facultad de Medicina, el Instituto Médico Valenciano y el Cuerpo Municipal de Higiene y Salubridad fueron las principales instituciones valencianas relacionadas con el cólera de 1885 y la vacunación de Ferrán.
La “medicina de laboratorio” tenía apoyos en la Facultad de Medicina de Valencia. Destacó Amalio Gimeno Cabañas, catedrático de terapéutica quien junto a Manuel Candela Pla, catedrático de obstetricia y ginecología, Pasqual Garín Salvador, profesor ayudante y posteriormente catedrático de cirugía, y Vicent Navarro Gil, profesor ayudante de terapéutica, formó parte del grupo que asimiló y difundió en Valencia el descubrimiento del vibrión colérico por Robert Koch en 1883 y observó y cultivó vibriones a partir de las deposiciones de enfermos del brote de Beniopa (La Safor) de 1884, antecedente de la epidemia de 1885.
Hasta ayer desconocía su existencia y colaboración a la ciencia pues sacarlo a mi blog se ha debido a una placa conmemorativa en la calle de Pascual y Genis nº 23 de Valencia, que reconoce la situación de su laboratorio en un edificio de dos plantas que todavía se conserva.
Hasta ayer desconocía su existencia y colaboración a la ciencia pues sacarlo a mi blog se ha debido a una placa conmemorativa en la calle de Pascual y Genis nº 23 de Valencia, que reconoce la situación de su laboratorio en un edificio de dos plantas que todavía se conserva.
El 31 de diciembre de 1884, un trimestre antes del inicio de la gran epidemia en la ciudad de Valencia, los médicos Amalio Gimeno Cabañas, Pau Colveé Roura y Pasqual Garín Salvador visitaron a Jaume Ferran en Tortosa, quedando tan convencidos que se vacunaron, y Gimeno publicó inmediatamente el artículo La vacunación contra el cólera. Fue un acto muy valiente pues las vacunas eran vistas por una parte de la sociedad como aberrantes, antinaturales y pecaminosas. Incluso había médicos en Europa que negaban que el vibrión fuera el agente causal del cólera. Así, defender la vacunación era nadar contracorriente en el siglo XIX.
Al comenzar en marzo la epidemia en Xàtiva, los profesores Amalio Gimeno y Manuel Candela Pla fueron comisionados por el gobernador. Defendieron la aplicación de la vacuna y la presencia de Ferran, que vino con el químico Inocent Paulí el 4 de abril y juntos confirmaron el diagnóstico. Ocho días después apareció el primer caso en la ciudad de Valencia y Ferran fue llamado de nuevo. Montó su laboratorio en una casa de Candela en el 23 de la calle Pascual y Genís. Colaboraron, además de Paulí, Garín, Navarro, Colveé y Vicent Peset Cervera. Gimeno defendió la vacuna en los ambientes académicos de Valencia y Madrid.
Hasta finales de julio se vacunaron más de cincuenta mil personas, un diez por ciento de ellas en la ciudad de Valencia. Entre ellos figuraron casi todos los profesores de la Facultad de Medicina. Fue el caso de Santiago Ramón y Cajal, por entonces catedrático de anatomía en la universidad valenciana y futuro Premio Nobel de Medicina. Destacó la campaña llevada a cabo en Alzira, en donde se vacunaron dos tercios de la población. Así, la primera vacunación en el mundo para inmunizar a una población frente a una enfermedad bacteriana fue en el Reino de Valencia de 1885: la anticolérica de Jaume Ferran y su fantástico equipo.